A pesar de tener amigos Mexicanos, no conocía mucho de México antes de hacer el viaje y la elección del lugar fue una combinación de factores de visas, tiempo y dinero.
Es cierto que la situación en algunas zonas no está bien, pero por dicha no tuvimos ningún problema, nos transportamos en auto e interactuamos con varios locales.
La gente de México que topamos fue muy amable con nosotros, nos ayudaron cuando necesitamos Internet, encontrar un taxi, llegar a un lugar y hasta nos pegaron el Tour sin interés nada a cambio.
Lo que vi de México me gustó muchísimo, Mazatlán y Culiacán tienen los mejores atardeceres, Puerto Vallarta tiene su esencia de ciudad portuaria y Guadalajara es impresionantemente bonita arquitectónica e históricamente. Guadalajara impulsa muchas actividades culturales, como cuando cierran las calles los domingos para la gente, y se ve que de verdad lo aprovechan. Vimos grupos de ejercicio, baile, manualidades y otras cosas, siempre llenos de gente, al punto de que parece mentira. Es bien bonito ese tipo de ambiente.
La comida fue de todo, pero pude probar bastantes cosas, excepto los dias de viaje y el día del ferry. Desde muy rico hasta "nada que ver". Pero bueno, gustos son gustos y un poco de suerte al escoger el lugar.
El viaje también me dió la oportunidad de pasar tiempo con uno de mis mejores amigos, Alonso. Sobrevivimos las diferencias y hablamos bastante y nos reímos como tontos.
Me fui de México con un buen sentimiento, de que todo salió bien, de es un lugar inmenso por conocer y que culturalmente es sumamente colorido, variado y expresivo. Hice muchas cosas entretenidas, manejé, pude comunicarme y hasta pudimos ir a experimentar la vida nocturna.
La despedida sucedió muy rápido, especialemente cuando me fui en horas de la madrugada, tal vez así es mejor, porque no se le da tiempo a la melancolía para que entre.
Me voy con un bronceado que causa discordia entre mis amigos, más de 40 picaduras de mosquito y con mejor resistencia a los picantes de México. A cada restaurante que fuimos, había como mínimo 3 tipos de chiles y siempre traté de probarlos todos. Y lo mejor es que me voy con miles de buenos recuerdos y experiencias.
Ahora de vuelta, confieso que voy con mucho miedo por todos los cambios que vienen. Es prácticamente empezar una nueva vida, pero me da calma y felicidad que mantengo mis pilares fundamentales; lo único que no va a ser nuevo es mi familia, mis amigos en Costa Rica y mis amigos en Davis.
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